Los distintos grupos
de algas están adaptados para desarrollarse bajo diversas
condiciones del medio y, por esa razón, pueden sobrevivir en los
ambientes más rigurosos.
Entre los factores ambientales que mayor influencia tienen en su
crecimiento podemos citar la luz, la temperatura, las sales y los
minerales disueltos. A continuación explicamos brevemente como actúa
cada uno.
La luz es de fundamental importancia como fuente de energía para
la fotosíntesis. La incidencia sobre las algas depende tanto de su
intensidad como de su calidad. Estas varían según la profundidad y
la latitud en que se desarrollan, y de acuerdo a la hora del día y a
la estación del año.
La temperatura, al igual que la luz, limita la distribución de
muchas especies y determina su biogeografía. Durante la bajamar, la
flora marina de la zona intermareal está expuesta a variaciones
extremas de temperatura y de salinidad.
Las diferentes sales presentes en el agua de mar, de las cuales
la predominante es el cloruro de sodio (Cl Na), actúan en forma
compleja sobre la fisiología de las algas. Las especies
intermareales pueden resistir concentraciones de 3 a 100 partes de
sal por mil de agua, mientras que las algas submareales soportan
exposiciones breves a concentraciones de 15 a 45 partes por mil.
Además de hidrógeno, oxígeno y carbono las algas precisan de una
serie de nutrientes minerales indispensables para su desarrollo y
reproducción como nitrógeno, hierro y fósforo, entre otros.
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